EL TIEMPO Y LAS PREGUNTAS
En cambio me ha gustado muy poco responder a las preguntas que las personas me hacen.
Eso lo aprendí de pequeño.
Todos los " correcaminos " que se aposentaban por una noche en la posada de mis padres tenían la " sabia " costumbre de hacerme preguntas.
Unas preguntas estaban relacionadas con sus compras o sus ventas en el pueblo, y otras eran preguntas que me hacían porque mi padre los animaba a hacerlas .
" Eso preguntárselo a Nachito " les decía mi padre.
De esta forma se libraba de que ellos dijeran a los " gatos " o a las " gatas " que esa información se la había dado el tabernero.
Hace mucho que no vienen chalanes a comprar cchurros o cuántas cabras y cuántos chivos tiene el tío Roque o cuántas hijas y sobrinas tiene la señora Matilde, eran preguntas habituales en los compradores o vendedores que muchas noches llegaban a la posada.
En ocasiones eran preguntas " comprometidas " que me hacía la pareja de la guardia civil sobre cualquier " asunto " del pueblo, o sobre las autoridades o sobre las fiestas.
Por esa razón mi padre me había dicho que yo no preguntara para que así no me preguntaran a mí.
Pero un regalo del cabo Juan, por insignificante que fuera, hacía que yo respondiera a todas sus preguntas con enfado por parte de mi padre que siempre les decía " eso os lo ha dicho el muchacho que es mu charlatán ".
El problema era que en mi caso se cumplía el refrán que dice : " Sólo dicen la verdad los niños, los borrachos y los locos ".
El tiempo me enseñó que el tiempo siempre da respuestas y que algunas, cuando las da, ya no nos sirven.
Foto pinterest.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario