CAMINOS CERRADOS
El paso de la primavra y la llegada del verano llenaban de verdor la dehesa boyal de Cereceda.
Los caminos en el monte se borraban y tenían que ser las vacas quienes los abrieran a su paso.
Dejaban las huellas de sus pisadas en el barro que abundaba en los Valles y en los viejos caminos.
Hoy los carros y las vacas han desaparecido por esos caminos y la " maleza " los elimina, y todo se hace bosque.
El peligro para la dehesa boyal está en el fuego.
Siempre repaso en mi cabeza los caminos y mis andanzas por la dehesa desde la Azebea hasta el Mato y desde una carretera a la otra.
La carretera Cilleros, la carretera Sequeros, la carretera Ciudad Rodrigo, la carretera La Nava y las pistas de la concentración parcelaria son las únicas vías por las que se puede caminar con la gorra y el palo o la cayá.
Pero a mí me gustaba manchar mis zapatillas de barro y ver de cerca las jabalinas con su cuadrilla de rayones salir " de estampida " cuando yo les silbaba.
Nunca me ha gustado ir por caminos " trillados " o hechos por el hombre.
Dejemos que sean los animales - los " reyes " de la dehesa - quienes marquen las veredas y los atajos, y construyan túneles por entre las zarceras y junto a las escobas, hoy floridas, y escondite para que las perdices oculten sus nidos y sus huevos y sus " perdigochos ".
Foto tribunasalamanca.com
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