HIJA COLCHONERA, hija casadera
Las mozas " gatas " debían saber algunas " cosas " antes de llegar a la edad adecuada para casarse.
Cada " gata " presumía de los conocimientos de la su hija en la Fuente Chica y en la Fuente Grande, a donde se iba a buscar el agua para las necesidades caseras, o en la Plaza los domingos a la salida de Misa Mayor, y en el Puente Cantería o en el Periquito, el lugar donde se acudía los lunes a lavar la ropa.
Cuando una " gata " deseaba casar a la su hija moza y se enteraba de algún mozo que " andaba detrás de ella ", procuraba " hacerse la encontradiza con la su futura consuegra y alabar los " buenos haceres " de la su muchacha, me contó mi tía Luisa.
Primero se alababan los " saberes " de la casa y después los saberes agrícolas y ganaderos.
Saber ordeñar las ovejas y hacer el queso, saber hacer los chorizos en la matanza, saber coser y bordar para hacerse el ajuar, eran tres " puntos " a destacar.
Mi abuela decía que " una mujer de la su casa " debía saber " coser los colchones ".
Los colchones de Cereceda estaban rellenos de la lana de las ovejas.
Lavar la lana y tenderla al sol era trabajo de mujeres, pero varear la lana era trabajo de los hombres, aunque había mujeres muy " diestras " en ese trabajo y que " se dedicaban a hacer colchones ganándose un buen jornal ".
Luego de vareada la lana, los colchones se rellenaban y había que coserlos con una buena distribución de la lana con el fin de que fueran apropiados para el sueño.
Esa cualidad - saber coser los colchones - era algo muy valorado por las " gatas " en la Cereceda de antaño.
- La mi muchacha ya se pué casar porque yo la he enseñao a coser el colchón, eran palabras de " gata " presumida y madre de " gata " moza.
Hogaño, decía el tío Eugenio, las " gatas " mozas ya no aprenden a hacer los colchones. Se los compran a los charlatanes que vienen de Valladolid.
Foto Google.com Una " gata ", de rodillas, vareando el colchón.
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