En los años 50 y 60 era muy frecuente encontrarse a algún " gato " o a alguna " gata " con tres panes en la mano por cualquiera de las calles de Cereceda.
Mi madre tenía un horno muy grande. Hacía 15 panes sin demasiada colocación, Se podían meter 20 panes de los que hacía mi madre si con la pala se los iba colocando en orden : primero los del fondo, luego los del centro y por fin los que se colocaban " junto a la boca del horno ".
A partir del mes de Junio había poco tiempo para masar porque los trabajos en el campo eran abundantes.
Iniciado el mes de Junio, día más o día menos, en mi casa era difícil " masar ". Mi padre se había ido a la siega a Aldeatejada y los brazos de mi madre y los míos carecían de fuerza para darle al torno.
Entonces mi madre -días antes de marcharse mi padre - hacía una masadura " de las suyas " y a esperar que durara en el arcón de la despensa hasta que mi padre volviera.
Si el pan se acababa antes, la solución era muy sencilla : ir a buscar tres panes prestados a casa de mi abuela Fausta, que tenía un horno pequeño y siempre había en casa brazos para " darle al torno ".
- Abuela, que dice mi madre que me dé un pan prestado.
Mi abuela, que era " más lista que el hambre ", me daba un pan y me decía " lleva tú la cuenta de los que le presto a tu madre, que a mí me se olvida ".
Cuando mi padre volvía de la siega, mi madre ya debía media masadura, pero mi padre tenía buenos brazos para darle al torno, y si hacíamos una masadura cada semana en julio y en agosto, había tortas con miel que recompensaban mi paseo " por en medio de la plaza " con un pan en el capacho.
Foto pinterest.es Una mujer de pueblo con tres panes prestados.
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