" DELGAOS Y CON LAS PATAS LARGAS "
Así es como decía mi padre que tenían que estar los marranos a la hora de convertirlos en cebones.
Durante el verano y en el tardío hasta que llegaba la hora de comenzar la época de convertirlos en cebones, los marranos caminaban a diario por la carretera El Cabaco hasta un cercado que tenía mi padre a la derecha de la carretera, junto al pozo de la Tía Comercianta.
Aquel cercado no era la montanera porque no había encinas - en esos años tan sólo estaba La Encina de la Puente San Martín - ni robles con bellotas.
Allí había poco o nada que " rustrir ", decía mi madre, pero tenían un pequeño pozo y entre las pizarras salía un hilo de agua en verano y un poco más al caer el calor.
Aquel pozo que habíamos hecho mi padre y yo con el pico y la espigocha y una barra metálica los marranos lo utilizaban de piscina.
Allí se revolcaban y en el resto del cercado que tenía algunos matorrales aguantaban el sol y el viento y la lluvia.
- Así criarán patas, decía mi padre.
A veces los sacaba del pocilgo y los dejaba " retozar " por el corral con gran alboroto para las gallinas y la burra.
- Tiempo tendrán hasta la matanza en Navidades de " coger peso ", que de eso se trataba en el " engorde" o " ceba " para conseguir que se transformaran en cebones de 12, 14 y hasta 15 arrobas.
La arroba en Cereceda eran 11 kilos y medio.
Foto Google.com
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