ENCONAR
Provocar el empeoramiento o la inflamación de una herida o de una llaga.
Mis dos abuelas, Fausta y Águeda, mi tía Floripe y mi madre y todas las selñoras " gatas " de Cereceda conocían, por lo menos, seis remedios contra el enconamiento de una herida.
Los muchachos llevábamos heridas en la cabeza y en las manos y en las rodillas " todos los días del año " por culpa de las piedras, y las bardas y de los juegos infantiles en un pueblo cuyas calles eran de piedras sueltas y de barro.
Estos seis remedios eran " caseros " u hortelanos :
. El ajo que se aplicaba sobre la herida una vez " machado " en el mortero.
. La cebolla de la que se colocaba una capa fina sobre la herida y desaparecía el dolor, y a esperar la cicatrización.
. La miel que se aplicaba mezclada con agua, y pasado un " rato ", se lavaba con agua tibia, " nunca con agua caliente ", te decían.
. El vinagre mezclado con agua porque, según mi padre, era bueno para curar las heridas de los animales "y es que estos muchachos parecen animales ".
. El limón que escocía mucho y se " rebajaba " con un poco de agua.
. El aloe vera que crecía en el huerto de casa y que mi madre consideraba " un remedio milagroso ", y así lo considero yo que tengo muchas plantas en mi huerto.
El remedio número 7 era acudir a visitar a Don Juan, el médico de Cereceda.
- " Si no te se cura en dos o tres días y antes de que te se encone, vete a ver a Don Juan ", te decían las señoras " gatas ".
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