ESQUILÓN
En Cereceda era costumbre poner cencerras a las cabras, a las ovejas y a las vacas.
Las vacas llevaban cencerras grandes y cencerros de tamaño mayor.
Las cabras llevaban unas cencerras muy sonoras, de sonido fino. A las ovejas se le ponían cencerras pequeñas y esquilas. Su sonido era muy fino y penetrante.
Las cencerras y las esquilas ayudaban a localizar los animales entre las bardas o los brezos del monte o entre las escoberas que crecían en las tierras.
Eran muy necesarias en la época de reproducción porque las madres se escondían para proteger a sus crías. Si una cabra o una oveja no regresaba al pueblo con la piara de ovejas o con la cabriá, había que salir en su búsqueda al anochecer. El perro que te acompañaba ( junto con San Antonio ) obligaba a la madre a levantarse y el sonido de la cencerra o de la esquila servía de orientación en la búsqueda nocturna.
El esquilón era un cencerro, grande con un hermoso collar, y de sonido agudo, colgado del cuello de borregos y carneros que servían de guían al rebaño y a la cabriá.
Cuando acudí a Montehermoso, un precioso pueblo de la provincia de Cáceres, a recoger la Esquila - la campana chica que luce en lo alto de la espadaña del campanario - acompañado de mi amigo Jacinto, pudimos visitar una " fábrica de cencerras ". Montehermoso tiene fama mundial por sus campanas, sus cencerras y sus esquilas.
En " la Cereceda de hoy " algunas personas tienen colecciones de cencerras y esquilas como adorno en sus portales y garajes.
Foto google.com
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