LA FLOR DE ENERO NO LLEGA AL FRUTERO.
Mi padre, agricultor pero poco " entendido " en árboles frutales, decía : " Nunca cogerás fruta de las flores de Enero."
En Cereceda algunos años aparecían días de sol en mitad del invierno, con viento en calma y temperaturas agradables para la época. Entonces algunos árboles comenzaban a brotar y a finales del mes ya aparecían las flores.
La llegada de un " febrerillo loco " traía fuertes heladas y las flores se " quemaban " para disgusto de los hortelanos, porque los frutales estaban en las orillas de los huertos y los linares. Eran más frecuentes en los huertos " alredor " del pueblo. Los linares, alejados del casco urbano, no solían tener árboles frutales. aunque, por los años 60, un curso del PPO y los " hijos me han obligado a plantar árboles, traídos de Lérida" Los convirtieron en linares llenos de frutales.
Así llegaron al pueblo ciruelos, manzanos, melocotoneros, que en Cereceda se iban habituando al frío del invierno y al calor del verano.
Además tenían que acostumbrarse a los " riegos " de las patatas o de las alubias que se sembraban en el huerto. Algunos árboles " fracasaron porque se los regaba cada semana y otros porque no se regaban si el huerto estaba sembrado de garbanzos ", decía mi padre.
El huerto del Castaño, situado en la calleja el Castaño, era el huerto familiar de mi casa. Allí mi padre plantó ciruelos, que la mayoría se secaron, manzanos, melocotoneros, perales de peras de invierno, y algún nogal, que todavía siguen en pie.
Pero los árboles frutales de ese huerto fueron siempre los guindos. Guindos pegados a las paredes, que " daban una buena cosecha de guindas que nunca se helaban pero que servían de comida a los tordos."
¡ Pobre flor que en Cereceda apareciera en invierno o en el comienzo de la primavera porque las heladas la quemaban !.
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