EN LAS MAÑANAS DE ENERO ni se dan los buenos días ni se quita el sombrero.
Este refrán me lo enseñó un cura viejo que acudió un año a Cereceda a predicar en la Fiesta de San Pablo, el 15 de Enero.
A este cura, que vivía en la capital, le gustaba llevar la teja y en las fiestas el bonete.
Cuando iba a Cereceda presumía con su bonete camino de la iglesia desde la casa del párroco. Además le gustaba llevar capa, pero no era la capa sacerdotal sino la capa castellana. Era negra, con un ribete rojo, y tenía un botón junto al cuello, que " era de oro ", decía la gente.
Me explicó que, como hacía mucho frío, era mejor proteger la garganta con una buena bufanda de lana de las ovejas que impidiera que el aire frío entrara por la boca porque enseguida se irrita, Esa bufanda " criaba " hielo en la parte exterior al condensarse el vaho que salía de la boca.
También me enseñó que los curas no se quitaban la teja porque " se les hiela la coronilla " puesto que en aquellos años todos los curas llevaban un redondel afeitado en la parte de la coronilla en la cabeza.
- La coronilla, me dijo, proviene de la tonsura, que era el primero de los grados clericales y lo confería el obispo. Se afeitaba una parte de la cabeza. Algunos frailes se dejaban solo una corona de pelo en la cabeza. Esta práctica apareció a principios de la Edad Media. En Roma los esclavos llevaban la cabeza rapada para distinguirlos de los hombres libres. Los curas eran " esclavos de Dios " y por eso llevaban la cabeza rapada. A los curas se nos conoce por la sotana y por llevar la coronilla.
Yo recuerdo haber acompañado muchas veces a D. Antonio, el párroco de Cereceda en mi niñez, a casa de Ismael Tapia Pérez y de su esposa Cari a que le afeitara la coronilla.
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