ALBÉITAR
Yo tengo algunos amigos veterinarios. Veterinarios y veterinarias, pues tengo perros en mi huerto y en la clínica - denominada El Port - a la que llevo mis perros trabajan veterinarios y veterinarias.
Un día le llamé a mi amigo veterinario con la palabra " albéitar " y se sonrió.
- Yo sé - me dijo - que antiguamente a las personas que curaban los animales, sobre todo, las caballerías, se les decía albéitares.
Así es, le dije yo. pues la palabra procede del árabe hispánico albáytar y ésta del árabe clásico baytar; " al " es el artículo español " el ". La palabra albáytar procedía del griego " hippiatrós " que significaba médico de caballos.
A partir de los humanistas del siglo XVI se recuperó la palabra veterinario y albéitar se acabó llamando al campesino sin estudios que entendía de las enfermedades de las bestias y los remedios " caseros " que las curaban.
En Cereceda, le expliqué yo, había muy buenos albéitares. Para mi padre el mejor y " el más de fiar " era el tío Fael - el abuelo de mi amiga Esperanza que escribió en la Revista Pataloso un artículo sobre el tema - al que mi padre acudía siempre que había alguna vaca, cabra, oveja o marrano enfermo.
- Vete a casa del tío Fael - que vivía frente a las Escuelas y de cuya primera mujer que se llamaba Esperanza guardo un gratísimo recuerdo pues me curó algún " chinchón " en la cabeza - y dile que dice tu padre que se pase por aquí " en cuanto pueda " porque una vaca no quiere comer ni beber.
Y el tío Fael me acompañaba a mi casa, a la que yo volvía con un " puñao " de castañas en la mano que me había dado la señora Francisca, su segunda esposa.
Siempre he creído que mi padre, para algunos " males " del ganado, se fiaba más del albéitar, el tío Fael, que de su amigo y alcalde don Ricardo, el veterinario.
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