AQUÍ TE QUIERO VER ESCOPETA, Y ERA DE CAÑAHEJA
La primera vez que escuché esta afirmación fué una tarde de domingo en la que me sentaron en una silla junto a la camilla para ocupar el lugar de un jugador de cartas que " no acababa de llegar " para echar la partida.
El hombre que me la dijo, que presumía de buen jugador de tute, se reía de mi presumir de saber jugar a las cartas.
Yo aprendí a manejar las cartas para la brisca, el tute y las siete y media, al mismo tiempo que aprendí a andar. Me movía entre las camillas de los jugadores, y, como yo veía todas las cartas, podía aconsejar las jugadas a los " viejos " que me daban propina por ir a buscarles tabaco al estanco o por " inventarme alguna mentira piadosa cuando su mujer preguntaba por ellos."
- Nachito, siéntate ahí hasta que venga Manolo. Tú echas la carta que yo te diga.
- Yo sé jugar a las cartas mejor que cualquier jugador del pueblo, le indiqué.
- Entonces, ¡ aquí te quiero ver, escopeta !.
Mi padre que les estaba poniendo el café con unas gotas de aguardiente, riendo le dijo : pero la escopeta era de cañaheja, decía el tío Demetrio.
Es mejor que deje para otra ocasión el resultado de la partida. Puedo decir que me dio tres perras gordas por los tres juegos que yo le ayudé a ganar.
Aquel jugador, labrador y ganadero, padre de familia numerosa, pasó a llamarse " Cañaheja " para mí, aunque mi madre me reñía cuando yo lo llamaba con ese apodo.
Pero él se reía y me prometió llevarme a cazar un domingo por la mañana a Valdecarros y a Zarzoso.
La cacería prometida pasó al olvido cuando yo me marché a estudiar a San Martín de Trevejo en la provincia de Cáceres, al Colegio de los Padres Claretianos.
Foto google.com Los jugadores de cartas de Cézanne
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