EL VALOR DE NUESTRA PEQUEÑEZ ( continuación )
Aquí es donde, y lo digo desde el cariño que ya siento por este pueblo y cada uno de sus habitantes, los que viven aquí y los que están fuera, los que ya conozco y los que aún no, aquí es donde tenemos que dar un paso adelante y no resignarnos a la pequeñez sino hacer de ella nuestro valor. Sí, el valor de los pequeños es un valor que Dios quiere y valora sobremanera. Él mismo se ha hecho pequeño, siendo Dios, para que nosotros, siendo pequeños, nos hagamos grandes y encontremos en Él nuestra grandeza.
No deja de ser sorprendente que todo un Dios, nuestro Dios, el creador de cielo y tierra, esté real, verdadera y plenamente presente en las angostas dimensiones de nuestro Sagrario. Sí, del Sagrario de nuestra parroquia, y esto es lo que la hace inmensa y bellísima. Dios está aquí, habita aquí, vive aquí. Y desde aquí acompaña silenciosamente a todos los habitantes del pueblo en sus alegrías y sus dificultades.
¿ Somos conscientes de ello ?.
Para esto he venido yo a Cereceda en el fondo, para recordaros Su adorable presencia y para ayudaros a acompañarle más también a Él.
Por eso fué emocionante ( y un guiño de la Providencia ) que el pasado día del Corpus, mientras celebrábamos la Santa Misa un puñadito de fieles, justo a la hora de la pequeña procesión interior con el Santísimo y la bendición, comenzó a sonar la gaita y el tamboril. No sé quién tocaba ni dónde pero su sonido llegó hasta la iglesia y se coló en el templo como una humilde y bellísima alabanza, la de los pequeños, que ofrecen lo que tienen y saben, para que el Supremo Hacedor lo transforme y lo eleve.
Vaya desde aquí mi agradecimiento a esos desconocidos adoradores y mi llamada de nuevo a que todos reconozcamos y amemos más a nuestro Señor y a su Santísima Madre, Nuestra Señora del Rosario.
Que ahora que ya vamos pudiendo volver al templo con seguridad y ya que el nuestro es tan acogedor y bello, no dejemos de frecuentarlo.
No tenemos lugar mejor para, siendo pequeños, hacernos grandes.
Fotos Uffizzi y Constantino González Macías.
El sagrario. La vidriera de la espadaña del campanario. El Retablo.
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