lunes, 3 de enero de 2022

 EL VALOR DE NUESTRA PEQUEÑEZ  ( continuación )





Durante siete años preciosos e intensos he llevado las ocho parroquias antes mencionadas, hasta que en agosto de 2.020, D. Carlos plantea una reestructuración  de todo el arciprestazgo y me propone un cambio de parroquias, dejando varias de las que llevaba hasta entonces y aumentando alguna nueva.

Es aquí, ya setiembre de 2.020, cuando aparece de nuevo en mi vida Cereceda. Es una de las dos parroquias nuevas que se me encomiendan, junto con la de La Bastida.

La primera impresión que tuve al entrar en nuestro templo parroquial de Nuestra Señora del Rosario, porque no se mira igual cuando se mira ya empezando a amar lo que se ve,  fué de asombro. ¡ qué templo más " arreglado " y hermoso en su sencillez !. 

Anteas, las veces que entré sustituyendo a D. Esteban no había reparado tanto en eso. Ahora me asombraba el templo y su estado de conservación sensiblemente mejor que el de otros templos de pueblos del entorno.

En estos meses me he ido empapando de todo el proceso de reparación y restauración del templo, sus imágenes y su retablo. Y no puedo por menos de dar gracias a Dios por la generosidad de tantos y el buen trabajo llevado a cabo. Podemos estar sanamente orgullosos de nuestra iglesia parroquial.

Otra cosa es el templo de piedras vivas que formamos los cristianos de Cereceda. Y aquí ya no es tanta la magnitud. Somos una comunidad pequeña, humilde, como diría nuestro querido papa Francisco, somos una periferia, no tanto porque estemos lejos, sino más por la pequeñez numérica y social que comparten tantos pueblos de nuestra España vaciada a los que la despoblación la falta de oportunidades laborales y el envejecimiento galopante, entre otros factores, han abocado.

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