BELEGUÍN
. Dícese de la persona que está enfadada, enojada o cabreada.
Antier me encontré con un matrimonio salmantino, emigrante durante una docena de años en Suiza, que al retornar a España se establecieron en Alicante.
Cuando hablo con " paisanos salamanquinos " me gusta utilizar el idioma de nuestra tierra.
Al preguntarle por sus hijos me he sonreído porque ésta ha sido su respuesta :
- Mi hija es enfermera y mi hijo es médico pediatra en otra Comunidad. Ahora es un hombre formal, pero no sabe usted los malos ratos que nos hizo pasar cuando, de pequeño, iba a la escuela en el pueblo antes de que emigráramos. Fíjese cómo sería que mi padre lo llamaba " Beleguín " , que era parecido a Manuelín que es como lo llamábamos nosotros.
Les he explicado que en Cereceda se llamaba beleguín al niño que no obedecía a nadie, que tiraba piedras a las gallinas por los huertos, que se montaba " a pelo " en todos los burros de la borricá, que siempre llevaba piteras en la cabeza, que su madre no podía con él, que su tirachinas no dejaba jícara " sana ".
Todo " gatino " beleguín que yo recuerdo, se volvió formal bastantes años antes de " ir a la mili ".
En el pueblo las " gatinas " eran más formales porque nunca escuché llamar beleguina a ninguna de ellas, pero recuerdo muy bien a algunos " gatinos " de los que mi tía y otras " gatas " decían cosas como éstas :
- El muchacho de Nicasia es como un beleguín. Va siempre con un sólo tirante en el pantalón, le pega patadas a todas las piedras de la calle, y, cuando se enfada, tira la pizarra al suelo.
Desconozco si el beleguín era una animal terrestre o aéreo o marítimo pero mi tía comparaba a ese " gatín " con un beleguín.
Foto google.com
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