EN LLEGANDO SAN BLAS, pon pan y vino en la alforja, que día no faltará.
En Cereceda teníamos la obligación de ir a juntar hoja durante el invierno.
Salíamos tarde de casa con el carro, hacíamos lumbre al llegar al quiñón, rozábamos las matas que estorbaban para juntar la hoja y las echábamos a la lumbre, y empezábamos a juntar hoja.
Luego había que cargarla en el carro, recoger unos secarones, ramas secas de los robles, y regresar al pueblo.
Esos días la comida la hacíamos en casa. Comida caliente que solían ser garbanzos o patatas cocidas con el acompañamiento del tocino, cocido o frito, y el chorizo y el relleno.
El relleno era mi " acompañamiento " favorito.
Pero la llegada de febrero y los días más largos daba vida al refrán : Era complicado trabajar tantas horas sin comer, aunque tampoco era tan largo el día como para llevar la comida a los trabajadores.
Entonces mi padre se preparaba su merienda para comer al mediodía. El refrán indica que se debe preparar pan y vino, aunque era necesario llevar algo más.
Unos torreznos que se calentaban a la lumbre que había que hacer en el trabajo, un trozo de chorizo, crudo o cocido según el gusto de cada uno, y el vino. ¡ El vino que no falte !, decía mi padre.
La bota o una botellita iban también con el carro o con la pareja de vacas si el trabajo era con el arado.
La alforja al hombro o en la burra significaba que ese día la comida sería en el campo, teniendo como mesa y sillas unas piedras.
Los platos y los cubiertos y los vasos sobraban. Era suficiente con la navaja que todos los " gatos " llevaban siempre en el bolsillo.
¡ Qué bien se comía en el campo " alredor " de la lumbre.!
Hasta el perro se ponía contento porque allí todas las " sobras " eran para él.
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