CUANDO NO LLUEVE EN FEBRERO, ni crece el trigo ni tira el centeno.
Cereceda era un pueblo de trigo.
La Hoja de Arriba y la Hoja de Abajo - más grande y de mejores tierras - se sembraban de trigo, un año una y otro año la otra.
La rotación que dejaba una hoja sin sembrar cada año es la que yo conocí. Algunas tierras se sembraban todos los años porque habían sido roturadas hacía pocos años y los carros de trigo que se sacaban de ellas eran muy productivos.
El centeno se sembraba en algún " calvero ", aquellas tierras que no tenían " tierra " y todo eran " cantos."
El centeno se " tiraba " más espaciado porque así los granos podían extender más las raíces y crecer aunque el terreno fuera " miserable."
El centeno se segaba muy bien. No había que aprovechar tanto la caña de la planta, se ataba muy bien con centenas y los haces pesaban poco para cargar el carro. La trilla era muy complicada porque el bálago se amontonaba debajo del trillo y había que estar esparramando a cada instante. Se limpiaba muy bien porque la paja pesa muy poco y con poco aire se lleva la paja y deja el grano.
A mi padre no le gustaba sembrar centeno. Por esa razón teníamos que buscar " centenas " entre el trigo para arreglar la albarda de la burra.
Los trigos y los centenos habían sufrido las heladas del mes de enero y esperaban que el sol y las lluvias de febrero les ayudaran a " estirarse ".
Pero " cuando no llueve en febrero, ni crece el trigo ni tira el centeno," decían los " gatos " con la mirada puesta en el cielo.
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