VENGA FEBRERO LLUVIOSO, AUNQUE SALGA FURIOSO
El mes de enero acostumbra ser poco lluvioso en Cereceda. Es un mes de " yelos y nieves ", o, por decirlo mejor, de nieves y yelos.
Tras la nevada de la tarde aparecía la helada de la noche con un cielo estrellado que presagiaba mucho frío a la mañana siguiente.
A los muchachos nos gustaban las nevadas pues, como decía mi padre " diversión asegurada " : Bolas grandes rodando carretera abajo por medio del pueblo y bolas gigantes por el Chapatal camino del puente de la Pedragosa.
Los muñecos de nieve eran menos divertidos porque se quedaban quietos en la Plaza o en el campo escolar, pero las bolas de nieve, a veces empujadas con una pala, podían chocar contra alguna puerta de pocilgo o de chicorzo y romperla.
La nieve nos ayudaba a coger pardales en los tenaos de la paja y del heno pues los pardales tenían miedo a la nieve y se refugiaban entre los cuartones del tejado.
Pero en febrero aparecía la lluvia, bien recibida por los labradores, aunque si era abundante, habría que ir luego a escardar a las tierras de trigo. Menos mal que esa hierba, que llegaba al pueblo a lomos de la burra o a lomos de los escardadores, era aprovechada por cabras, ovejas, marranos y hasta por la burra.
Mi padre y los dueños de ovejas tenían miedo a febrerillo el loco porque muchos años tría lluvias con viento.
Esa lluvia fina que se colaba por las rendijas de los tejados, mataba a las ovejas viejas: " el cierzo con agua es un traidor, mata a las ovejas y yere al pastor ", decían los " gatos " viejos.
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