A QUIEN DIOS QUIERE BIEN, . . .
Esta frase la decían las " gatas " en cualquier estación del año y no solamente en verano.
Otras " gatas " amoldaban la frase a cada época del año : " A quien Dios quiere bien, la cabra coja le pare dos cabritos " o " a quien Dios quiere bien, le nacen las alubias aunque las siembre en viernes. "
Se referían a la limpia de las parvas porque era uno de los trabajos - aunque era en verano - para los que se necesitaba " la ayuda de Dios ".
Una parva podía durar una semana si el viento se paraba, aunque se le diera la vuelta para ponerla del cierzo al gallego.
Además, siempre con el miedo a las tormentas que mojaban la paja y hacían brotar - en Cereceda se decía florecer - los granos de trigo.
He referido en multitud de ocasiones que el labrador - y en Cereceda todos los " gatos " eran labradores porque tenían, por lo menos, las suertes de Valcabrero, de las Lagunejas y de Valdecarros que eran municipales - se pasaba la mitad del año mirando al cielo y " pidiendo " unas veces la lluvia, otras la nieve, otras el sol, otras el viento.
Esa frase era una queja muy común :
- Qué suerte tiene tu marido. Ayer a las cuatro acabó de trillar la parva, la puso al gallego y al oscurecer ya tenía el muelo fuera. Por la mañana lo criba, lo echa en los sacos y a la fábrica.
La " gata " a quien le decían la frase solía responder : A quien Dios quiere bien, el viento le limpia la parva.
Y mucho más si ella era " beata " y la otra no pisaba la iglesia más que en alguna boda, algún bautizo o algún entierro.
Foto google.com
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