jueves, 10 de octubre de 2024

 VALDECASERAS

                                                      Artículo escrito por Isidro Marcos Martín, GATO 2017






Entre los muchos y diversos parajes del patrimonio rústico del Ayuntamiento de Cereceda de la Sierra, existe el paraje denominado Valdecaseras., situado al sur del pueblo, a un kilómetro del casco urbano.

El origen de su nombre es desconocido.

La configuración física de ese paraje tiene una zona llamada la Majada de Valdecaseras en la que se guarecían  las piaras de ovejas y la " cabriá " de las cabras en las noches del otoño. Es una zona cubierta  de robles centenarios con voluminosas copas que sirven de cobijo y protección a los animales de las intemperies del tiempo.

La zona de la majada se ha venido cuidando desde tiempo inmemorial para prestar los fines a los que se dedica una majada.

En un lugar de la zona existe una fuente de caudal abundante y permanente de agua de la mejor calidad. En tiempos pasados se regaban  con ella los huertos de la margen derecha y de la margenn izquierda del regato de Valdecaseras. La emigración y la muerte de todos los antiguos propietarios, ha llevado a los huertos a la horfandad y el abandono.

La fuente está situada a unos quince metros de la carretera que desde Cereceda se dirige a Nava de Francia. En las vacaciones veraniegas eran muchas las familias que se acercaban hasta ella a merendar, atraídas por el frescor del agua y la belleza del entorno.

El año 2.005 el Ayuntamiento, con el fin de aumentar el caudal de agua para el abastecimiento público, tomó el acuerdo de incorporar el agua de la fuente de Valdecaseras a la red de agua del pueblo.

Todos los que habíamos saciado nuestra sed con el agua de ese manantial sentimos la nostalgia de su desaparición. Un hecho que ha sido una bofetada para el medio ambiente de la naturaleza.

En esa zona, un poco más al sur, existió una explotación de wolframio, a cielo abierto, del que quedan algunos vestigios. Dicha explotación minera fué realizada por los vecinos Isaac Franco y Jerónimo Marcos.

Quiero hacer mención a un tema personal de mis andanzas por Valdecaseras. 

Cuando la piara de  ovejas se quedaba a dormir en la Majada, durante el tardío, y como mi padre era uno de los ganaderos de la misma, yo acudía al ponerse el sol a llevar la cena al pastor. Yo tenía 12 años. Mi retorno al pueblo era al oscurecer, " entre dos luces ", con la llegada de las sombras de los árboles a lo largo de la carretera.

Esa falta de luz me permitía entrar en una finca de la señora Severiana, la madrina de pila de mi padre, en la que se levantaban los únicos castaños del pueblo. Y, " con nocturnidad y alevosía ", me echaba unas castañas a los bolsillos del pantalón.

Aquellas castañas, pues no había más en todo el pueblo, eran las castañas más ricas que yo he comido en toda mi vida. Yo no tenía  conciencia que fuera pecado robar lo ajeno o llenar los bolsillos de castañas. Como la Iglesia dice que Jesús perdona todos los pecados, espero que haya perdonado los míos.

No puedo ocultar el miedo que me acompañaba en mi regreso al pueblo cada tarde, que debía llevar la cena al pastor a las distintas majadas en las que dormían las ovejas en los días, cada vez más cortos, del otoño.

Seguramente que los bolsillos, llenos de castañas, me añadían ánimos y valor a mis escasos 12 años de muchacho de pueblo.


Foto  Google.com

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