UNA BUENA GARROTA
El tío Gumersindo se quedó viudo hace unos veinte años.
Al tío Gumersindo los años y las fechas le " bailan " en la cabeza y, ya, casi no se acuerda de qué quinta es.
- Mire usted, aquí en el pueblo nos tallamos siete y fuimos a la mili seis porque Germán se libró. Yo no sé decirle el porqué. A lo mejor fué porque su madre era viuda y lo necesitaba en casa. Yo me fuí a África y allí estuve ventidós meses.
- Luego, un primo de mi padre que vivía en la capital y trabajaba en Agricultura, me enchufó de guarda en una finca y en ella conocí a Hortensia, mi mujer, y allí estuve más de treinta años.
-Estuve hasta el año 2000 en que nos vinimos mi mujer y yo al pueblo, a la casa de mis suegros, porque mi mujer era hija única.
- Y aquí estoy. Ya le he dicho a la muchacha, la más pequeña, que vive en Madrid, que yo me quedo aquí hasta que Dios disponga otra cosa.
Pero usted se marcha del pueblo cuando llega el invierno, le interrumpo yo.
- Sí. Cuando pasa el Día Los Santos me voy con las hijas a Madrid. Bueno, a un pueblo al lado de Madrid y regreso al pueblo por mediados de mayo. Hace años me venía antes y sembraba un linar al Puente pero los últimos años ya no lo siembro.
Usted, señor Gumersindo habla muy educadamente, aunque no sé si fué mucho a la escuela.
- A la escuela fuí cuando no había quehacer. Desde pequeño me gustó el ganado más que ir a la escuela, pero el señorito de la finca me obligó a ir a la escuela por la noche. Iba con otros tres trabajadores y nos sacamos un Certificado. No me ha servido para nada, pero lo tengo en un cajón junto con la cartilla de la mili.
- Muchas gracias por su información. Y ¡ menudo palo que lleva usted !.
- Esto aquí, lo llamamos una garrota.
Foto pinterest.es
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