" La mejor forma de dar en el clavo una vez es dar cien veces en la herradura " decía el tío Manolo el herrero.
El potro junto a la fragua era uno de mis lugares favoritos de Cereceda.
Y lo sigue siendo aunque el potro haya desaparecido.
Se encontraba a la entrada del trozo de la calle Larga en el que estaba la casa de mis padres.
Las vacaciones de Navidad en mis años estudiantiles en la Normal de Maestros de Salamanca me las pasaba en la fragua, pero me gustaba mucho más cuando era niño y me " pegaba " al tio Manolo para recoger los pedacitos de clavo que sobresalía de la pezuña de las vacas cuando les colocaba los callos para la acarrea y la trilla.
Yo admiraba la forma de acertar con el martillo en la cabeza del clavo a la hora de fijar los callos en las pezuñas de las vacas, y alguna vez se lo dije.
El tío Manolo que era mi vecino y el padre de mi gran amigo Luís, me decía " para dar una vez en el clavo hay que dar cien veces en el callo ".
Igual ocurre en la vida : Para acertar una vez necesitamos equivocarnos cien veces.
Foto Google.com
El herrero coloca el callo en la pezuña de la pata trasera. Lo hace en un viejo potro. El dueño de la vaca le tiene preparada la pata delantera.
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