" YA HA VENIDO LA LUZ "
Este artículo apareció en el nº 7 de la Revista PATALOSO, agosto 2022
Sus autores : Manuel y Asunción Tapia Pérez
" Ya ha venido la luz ", " esta noche viene poca luz ", " llevamos tres días sin luz " son frases que se escuchaban en las casas de Cereceda alrededor del año 1.950.
La luz llegó a Cereceda hacia el año 1.920.
Llegaba desde la Pesquera, río Yeltes abajo, una vez pasado el puente Cantería. Allí tenía su molino el tío Vicente el molinero. Había una regadera que llevaba el agua, que tomaba del río, al molino y que servía para producir electricidad con una caída del agua de varios metros de altura.
De aquella " central eléctrica " me han contado que llegaba a las casas mediante postes de madera y cables situados en las calles a una baja altura.
" Cuando pasaba por la carretera hacia la plaza un carro cargado de heno o de bálago camino del Teso o de paja camino de cualquier tenao, se chocaba con los cables y había que ir con la rastra de madera de encerrar el heno o con la brienda de encerrar la paja levantándolos para que pasara el carro", en palabras de Arístides Álvarez.
En las pocas casas que tenían luz les llegaba poco más que un resplandor en bombillas de 15 watios y que alumbraban la cocina y la sala. Dos bombillas era mucho lujo y había una sola bombilla conmutada.
Hacia el año 1.925 comenzó a llegar la luz a Cereceda desde Las Casas del Conde.
La central eléctrica de Las Casas del Conde se inauguró el 17 de abril de 1.909 gracias a un proyecto financiado por D. Francisco Estella y D. Valentín Solórzano, vecinos de Sequeros. Ellos aportaron 500.000 pesetas, repartidas en acciones de 50 pesetas por acción. Compraron acciones personas de Las Casas, Sequeros, Mogarraz, La Alberca, Miranda del Castañar y Sotoserrano.
La central, situada en la margen derecha del río Francia, formada por una presa de contención en el río Francia, un canal excavado en la ladera del monte con una longitud de 2.600 metros por 1,20 metros de ancho y 1,20 metros de alto. Su caudal era de 3.744 m cúbicos / seg , un salto de 18 metros de altura y un tubo metálico que proporcionaba 30 m cúbicos / segundo.
Luego se distribuía por los pueblos mediante postes de madera que tenían 8 m de altura.
En las casas los cables de aquella época eran de hilo de algodón con aisladores de porcelana al igual que los interruptores, y las bombillas pasaron a ser de 25 watios.
La luz de la central eléctrica de las Casas del Conde llegó a Cereceda hacia el año 1.925.
Entonces fué nombrado " electricista " Cipriano Tapia, ( profesión o lugar de donde llegó ) pues tenía un familiar en Béjar que era perito electricista.
Esta persona era la encargada de " dar la luz " y " quitar la luz " mediante los mecanismos que había en la caseta del transformador situado a la entrada al pueblo por la Esquina.
- " Hubo que realizar una elevación en altura de la caseta de la luz, que era de unos dos metros y medio de alta. Dicha obra la realizaron el tío Eugenio, el tío Narciso y el tío Sidro, el marido de la tía Fidela ", me ha contado Arístides Álvarez.
- " En las casas de aquellos años había una sola lámpara, casi siempre instalada en la cocina , que con el paso de los años se convirtió en dos lámparas conmutadas : Una estaba en la cocina y otra en el corral de entrada a las casas y que se apagaba cuando se encendía la luz de la sala". Eran lámparas de 25 watios "
Las casas tenían un corral en la entrada, una cocina y una sala con alcobas. Además la despensa, en la que nunca hubo luz eléctrica.
" Había un tendido eléctrico desde las Casas hacia Tamames (del que se dirigía una línea hacia Cereceda.) Ese tendido se apoyaba en palos de 8 metros de altura. Los palos eran de madera y cuando la nieve, depositada en los cables se helaba, los postes de la luz se caían, y el pueblo se quedaba a oscuras.
Los postes de la luz los ponían mis hermanos y algún otro mozo de Cereceda. Ganaban 15 - 18 pesetas al día haciendo los agujeros y levantando los postes de castaño. Era por el 1.945 ".
Además de solucionar esos problemas, el electricista se encargaba de cobrar los recibos.
" Recuerdo que mi madre me dijo muchas veces que, cuando yo nací, las gentes del Cabaco, la Nava y Aldeanueva felicitaron a mi padre, que iba a cobrar los recibos de la luz, porque " ya tienes una niña " le decían, pues antes de mi nacimiento mis padres tuvieron a mis hermanos Manuel, Ismael, Herminio, Paco, Timoteo, Jaime y Pepe ", me ha contado mi amiga Asun.
" Yo seguí el trabajo de mi padre cuando él lo dejó, y pasé a ser Manuel el electricista de Cereceda. Años más tarde me marché a trabajar a la central de Las Casas. Mi madre y mis hermanos pequeños eran los encargados de " dar la luz " al venir las cabras y de " quitar la luz " antes de entrar en la escuela", me contó Manuel
En la taberna mis padres tenía una bombilla en el corral y otra en la sala grande conmutadas y una fija en la cocina, pero cuando llegaban las fiestas de San Pablo o de San Marcos, Manuel el electricista le ponía algunas bombillas más por tres o cuatro días.
NOTA . - Mi agradecimiento a Arístides y de una manera especial a la familia Tapia Pérez por su colaboración para conseguir publicar este artículo.
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