EL CALDERO DE LA CENIZA
Aunque he hablado en algunos artículos del tema de la ceniza de la lumbre, nunca le había dedicado un artículo a este tema.
En todas las casas del pueblo había un caldero o una caldereta de las de sacar agua de los pozos con el cigüeñal, que servía para recoger la ceniza.
Esas calderetas estaban rotas por el hondón pero se les ponía una tapadera vieja y servían para la ceniza.
Casi todas las mañanas antes de encender la lumbre había que retirar la ceniza.
Para realizar ese " trabajo ", salíamos al corral - en mi casa estaba junto a la puerta de la cuadra - a buscar el caldero de la ceniza.
Cuando el caldero tenía suficiente ceniza para mis fuerzas, mi madre me " mandaba " a vaciarlo al huerto de la calleja el Castaño.
Yo lo vaciaba a la punta arriba del huerto, e igual trabajo hacía la gente menuda cada uno en su huerto.
Solamente quienes no tenian un huerto junto al casco urbano, lo vaciaban en un rincón del corral y le tiraban una lata de agua " por si quedaba alguna brasa encendida ".
Esa ceniza era " especial " para el surco de ajos que todas las " gatas " plantaban, en luna menguante, cada año.
La ceniza mataba " todos los bichos que hubiera en esa zona del huerto y " hasta a la zorra la espantaba el olor de la ceniza ", decía mi madre.
Luego se añadió la ceniza del brasero y, como en la taberna había hasta cuatro braseros los domingos, el montón de la ceniza servía para abonar las eras de remolacha o de berza, o algún cantero de frejones.
Foto Google.com
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