EL HUERTO DE MI ABUELO MODESTO
Este artículo apareció publicado en la Revista PATALOSO Agosto 2.021
Su autora es María Águeda Marcos, GATA 2.021
Vivir en un pueblo tiene algunas ventajas que no tienen las personas que viven en una ciudad .
Una de estas ventajas es la posesión en el pueblo de un huerto donde cultivar verduras, legumbres, hortalizas y árboles frutales.
Según la RAE un huerto es más pequeño que una huerta.
En algunos casos el huerto se encuentra contiguo a la vivienda, lo que hace que ésta adquiera un valor añadido.
Casi todos los vecinos de Cereceda disponen de uno cerca de su casa, dentro del casco urbano donde cultivan y cosechan productos de lo que ha pasado a denominarse en la actualidad " productos km 0 ", por la cercanía entre la producción y el consumo.
Los vecinos de Cereceda cultivan en su huerta o huerto tomates, cebollas, patatas, pimientos, lechugas, zanahorias, berzas, fréjoles, calabacines, puerros . . . y tienen el privilegio de consumirlos en un periodo muy corto de tiempo.
Tengo en mi memoria de recuerdos de mi niñez la imagen de mi abuelo Modesto en la huerta contigua a su casa, en la actualidad de mis padres, realizando labores propias del cultivo y regadío de todo lo que sembraba en ella.
Recuerdo principalmente el trabajo que realizaba con los tomates colocando varas que sirvieran de guías para el crecimiento de las plantas, recibieran el sol necesario para la maduración del fruto y evitando que los tomates tocaran el suelo con el consiguiente peligro de pudrirse.
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