LA LEÑA, por orden
A mi padre le gustaba tirar las bardas en el huerto de casa junto a la pared de la cortina de Feli.
Del carro a la pared, y allí había que sudar, muchas veces, para sacar bardas más gordas o más delgadas para la lumbre y, principalmente, para el horno de masar.
Era una forma de almacenar las bardas que tenía lugar en muchas casas.
Había otros corrales en los que daba gusto ver las raíces, traídas en los carros desde Valdecarros, colocadas en un montón bien levantado.
De ese montón se podían coger raíces gordas o delgadas según conviniera.
En mi descanso veraniego he visto la leña preparada para el invierno en un montón construído como si fuera una pared de cualquier linar.
La leña del quiñón la habían cortado con la motosierra y el tractor la había llevado hasta la puerta del corral.
Allí unos se afanaban en meter la leña de la calle y otros se dedicaban a levantar la pared de trozos de roble.
Hoy las bardas carecen de interés porque es muy rara la lumbre en el suelo. Ahora todo son estufas o calderas de calefacción.
Las estufas y las calderas precisan que la leña tenga un determinado tamaño.
La lumbre en el suelo y la familia sentada en una silla baja de bayón son un recuerdo en las cocinas de Cereceda.
Foto pinterest.es y google.com
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