Apeas : Soga de unos ochenta centímetros de largo, con un palo en forma de muletilla a una punta y un ojal en la otra, que sirve para trabar o maniatar las caballerías.
En algunos pueblos las llamaban ARRAPEAS porque eran apeas de hierro.
En Cereceda era una soga - la volvedera - con la que se ataban las manos, patas delanteras, del ganado asnal para que no se escapasen.
- Quítale la albarda a la burra y átale las apeas para que no se escape del trozo de la suerte en el que hemos dejao el trigo sin segar porque hay juncos y juncias. Que las aproveche pues ése será su almuerzo, y de paso que no se escape, decía mi padre.
Yo cogía la volvedera y le ataba las manos con un trenzado para que la soga no le hiciera daño, pero le impidiera trotar o correr. Una burra con las apeas " iba cerca " porque tenía que dar saltos para moverse entre las juncias y la avena bravía que había nacido en la punta de la suerte de Valdecarros, cerca de la fuente del camino Zarzoso.
Esta misma " faena " le hacía a la burra " que sabía latín " cuando íbamos a buscar una carga de bardas para " masar " o una carga de " gelechos " a las Lagunejas. Estos " gelechos " eran la cama favorita de los marranos o, bien secos, servían para chamuscarlos el día de la matanza.
Como " la burra sabía latín " adivinaba que tendría que volver al corral con una carga sobre su lomo y , si podía, daría cuatro respingos, emprendería a correr y no pararía hasta llegar al corral. Por esa razón había que ponerle las apeas, es decir, " apear la burra."
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