Señol juez, pasi usté más alanti y que entrin tos esos. No le dé a usté ansia, no le dé a usté mieo… Si venis antiayel a afligila sos tumbo a la puerta. ¡Pero ya s’ha muerto! Embargal, embargal los avios, que aquí no hay dinero: Lo he gastao en comías pa ella y en boticas que no le sirvieron; y eso que me quea, porque no me dio tiempo a vendello, ya me está sobrando, ya me está jediendo. Embargal esi sacho de pico, y esas jocis clavás en el techo, Y esa segureja y esi cacho e liendro… ¡Jerramientas, que no quedi una! ¿Ya pa qué las quiero? Si tuviá que ganalo pa ella, ¡cualisquiá me quitaba a mi eso! Pero ya no quio vele si sacho, ni esas jocis clavás en el techo, ni esa segureja ni ese cacho e liendro… ¡Pero a vel, señol juez: cuidaito si alguno de esos es osao de tocali a esa cama ondi ella s’ha muerto: la camita ondi yo la he querío cuando dambos estábamos güenos; la camita ondi yo la he cuidiau, la camita ondi estuvo su cuerpo cuatro mesis vivo y una noche muerto!... Señor juez: que nenguno sea osao de tocali a esa cama ni un pelo, porque aquí lo jinco delante usté mesmo. Lleváisoslo todu, todu menus eso, que esas mantas tienen suol de su cuerpo… ¡y me güelin me güelin a ella ca ves que las güelo!...
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Señor juez, pase usted más adelante y que entren todos esos. No le dé a usted ansia no le dé a usted miedo... Si venís anteayer a afligirla os tumbo a la puerta. ¡Pero ya se ha muerto! Embargad, embargad los avíos, que aquí no hay dinero: lo he gastado en comidas para ella y en boticas que no le sirvieron; y eso que me queda, porque no me dio tiempo a venderlo, ya me está sobrando, ya me está hediendo. Embargad ese sacho de pico, y esas hoces clavadas en el techo, y esa segureja (hacha) y ese cacho de bieldo... ¡Herramientas, que no quede una! ¿Ya para qué las quiero? Si tuviera que ganarlo para ella, ¡cualquiera me quitaba a mí eso! Pero ya no quiero ver ese sacho, ni esas hoces clavadas en el techo, ni esa segureja ni ese cacho de bieldo... ¡Pero a ver, señor juez: cuidadito si alguno de esos es osado de tocarle a esa cama donde ella se ha muerto: la camita donde yo la he querido cuando ambos estábamos buenos; la camita donde yo la he cuidado, la camita donde estuvo su cuerpo
cuatro meses vivo y una noche muerto!... Señor juez: que ninguno sea osado de tocarle a esa cama ni un pelo, porque aquí lo hinco delante de usted mismo. Lleváoslo todo, todo, menos eso, que esas mantas tienen sudor de su cuerpo... ¡y me huelen, me huelen a ella cada vez que las huelo!...
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Frades de la Sierra (Salamanca) 28-06-1870, Guijo de Granadilla (Cáceres) 6-01-1905, poeta español que desarrolló su obra en castellano y en “castúo” (dialecto extremeño). Estuvo de Maestro en Guijuelo y Piedrahita. Al casarse deja el magisterio y administra la dehesa El Tejar en Guijo de Granadilla (Cáceres) propiedad de la familia de su esposa. Allí madura y sosiega su poesía. Falleció a los 34 años (posiblemente) por una apendicitis aguda. Unamuno dijo de su legado: "No ha pasado Galán por la tierra como callada sombra; deja cantos de consuelo para los pobres soñadores del sueño de la vida. En estos cantos nos queda el alma de su alma. Se la dio su pueblo y a su pueblo vuelve". El Ayuntamiento de Frades de la Sierra mantiene la casa familiar de nacimiento del poeta y el de Guijo de Granadilla la que habitó hasta su muerte, como museo. Fue uno de los primeros autores que denunció la miseria de la comarca de Las Hurdes. "Porque infama la negrura / de la siniestra figura / de hombres que hundidos están / en un sopor de incultura / con fiebre de hambre de pan".
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