LA BERZA COLGADA
Cuando íbamos a buscar berzas a las Dos Cerrás o a las Canalejas, que eran los linares en los que mi padre las sembraba, mi madre siempre me mandaba traer un repollo para comer y otro para las gallinas.
A mi padre le agradaba muy poco que las gallinas se comieran un repollo. Él consideraba que con las hojas " malas " del repollo de comer ya tenían suficiente.
Ya he dicho en muchas ocasiones que en mi casa se distribuían los animales del corral en dos grupos : las vacas y los churros, la burra, los cebones, las cabras y el perro eran de mi padre; los garrapos chicos, las ovejas y los corderos, los chivinos, las gallinas y los gatos eran de mi madre.
Algunos años en que tuvimos conejos entre las raíces del corral y entre los palos de roble de la cuadra, los conejos eran de mi madre.
El cuidado de los animales y el " echarles de comer o el ordeñarlos " se distribuían en las familias.
El repollo de las gallinas lo ataba mi madre con un trozo de soga gorda - procedía de alguna soga de acarrear que se había roto - y yo, subido en el carro, lo colgaba de una viga del tenao.
Todas las gallinas esperaban que yo lo atase a la viga para arrancar con su pico trozos de hojas. Cogían un trozo y salían corriendo a esconderse y comerlo tranquilamente. Se comían todo, hasta el trozo del " troncho," porque " eso les refrescaba la boca ", decía mi madre.
¡ Qué hermosa escena con la docena de gallinas picoteando el racimo colgado del tenao !.
Foto google.com
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