LA CIGÜEÑA Y EL LOBO
Sin duda alguna que se hubiera ahogado
un lobo con un hueso atragantado,
si a la sazón no pasa una cigüeña.
El paciente la ve, hácela seña;
llega, y ejecutiva,
con su pico, jeringa primitiva,
cual diestro cirujano,
hizo la operación y quedó sano.
Su salario pedía,
pero el ingrato lobo respondía:
" ¿ Tu salario ?. Pues ¿ qué más recompensa
que el no haberte causado leve ofensa,
y dejarte vivir para que cuentes
que pusiste tu vida entre mis dientes ? "
Marchó por evitar una desdicha;
sin decir tus ni mus la susodicha.
Haz bien, dice el proverbio castellano,
y no sepas a quién; pero es muy llano,
que no tiene razón ni por asomo:
es menester saber a quién y cómo.
El ejemplo siguiente
nos hará esta verdad más evidente.
Fábulas Félix María Samaniego escritor alavés ( 1.745 - 1.801 )
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