TAN SOLO DEBES SEMBRAR, lo que puedas abonar.
Ese consejo se lo escuché a los " viejos " de El Altozano cuando alguno de sus hijos se casaba o cuando su hija añadía a la familia un yerno poco experto en las faenas agrícolas de Cereceda.
Los " gatos " labradores entendían la siembra y la cosecha de forma diferente a como la conocieron los labradores tras la roturación de Valdecarros.
Valdecarros era una zona muy rica, con buena tierra, muy estercada por la ganadería que había vivido en ella a lo largo de siglos, y que durante unos diez años no necesitó ser abonada ni con estiércol ni con abonos de Tamames.
El abono que llegaba a las tierras de Cereceda provenía de tres lugares : el corral en el que vivían durante el otoño y el invierno - y el inicio de la primavera - vacas, cabras, ovejas y cerdos ; " las noches de ovejas " que dormían encerradas entre cañizos y pielgas; el abono que se compraba en Fuentes de San Esteban o en Tamames.
" El Terreno es frío y poco productivo " por lo que se sembraba uno de cada tres años en los siglos anteriores a la llegada de mediados del siglo XX.
En mis tiempos de niñez, el barbecho duraba solamente un año : las tierras se sembraban un año sï y otro no. La razón estaba en los abonos comprados : la cubierta y el mineral, en el " idioma " del agricultor " gatuno ".
Los huertos y los linares eran abonados con los carros de estiércol que se sacaban de los corrales y que procedían de los carros de hoja de los montes y de los " gelechos " del monte y de algunas tierras que " sólo producen gelechos ", decía mi padre.
Hoy la Hoja de Arriba, la Hoja de Abajo y la Hoja de Valcabrero que había en el siglo XVIII cuando se sembraban uno de cada tres años, se han convertido en parcelas de yerba, en pinares y en encinares, que no necesitan estiércol ni abono.
Los corrales están convertidos en garajes y los linares en zarzales. Queda algún huerto o " pejugal " al que llega el estiércol en una carretilla.
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