SI DE UNA CABRA QUIERES HACER MIL, GUÁRDALAS DEL ROCÍO DE MARZO Y ABRIL
En los meses de marzo y abril las cabras acudían cada tarde al corral para dar de mamar a los chivos o para ordeñarlas si se le habían quitado las crías.
Solían venir pronto, al ponerse el sol, antes del oscurecer.
Por la mañana el cabrero no tenía prisa en recorrer las calles haciendo sonar la cencerra con la que avisaba a los dueños que debían llevarlas a la plaza, si no querían correr un rato detrás de ellas hasta el puente del Chorrero o hasta más p´ allá del puente Cantería.
Cuando algún vecino protestaba porque le parecía que el cabrero sacaba el ganado caprino más tarde que la hora de ir niños y niñas a la escuela, recuerdo que la señora Francisca, que vivía en la calle Larga, frente a la fragua del tío Manolo el herrero y que siempre tenía muchas cabras, decía : " Si de una cabra quieres hacer mil, líbralas del rocío de marzo y de abril ".
En Cereceda, un pueblo situado entre dos ríos - el Yeltes y el Cerezo - y muchos robles en las proximidades, cada mañana de esos meses, y muchos días también al oscurecer, comenzaba a caer el rocío de la noche.
Las cabras salían con ganas de " refrescarse " la boca por el pienso que habían comido en el corral, y enseguida comenzaban a " ponerse de patas " para alcanzar hojas y brotes tiernos.
Esa comida era muy peligrosa si tenía rocío.
- " Se le hace una bola en las tripas y se empanzonan y se mueren ", decían las " gatas " que eran las dueñas de las cabras, al igual que lo eran de las ovejas y de las gallinas.
Las vacas siempre fueron de los " gatos " pues ellos les echaban de comer en las pesebreras o en los pilones y eran quienes las uñían al yugo y al carro.
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