domingo, 3 de abril de 2022

 SEIS PALABRAS DE MI NIÑEZ EN CERECEDA  ( continuación )


LAS CAMPANAS





Es difícil imaginar un pueblo sin iglesia, sin campanario y sin el sonido variopinto de las campanas.

Tocaban a misa, tocaban a muerto, señalaban la existencia de peligro o de fuego . . .  Y siempre era emocionante subir al campanario y más aún hacer sonar las campanas. Cuando unían una cuerda al badajo y podían hacerse repicar desde la iglesia se perdía un poco de poesía musical.

El sonido dominical de las campanas era un " preparados, listos, ya " para acudir a la celebración de la misa. Recuerdo muy bien a los sacerdotes Don Marino y Don Hilario de mi niñez y de mi juventud respectivamente. Y la misa con mujeres a un lado y con hombres al otro. Y monaguillos revestidos de blanco llevando llevando y trayendo las vinajeras y agitando la esquila en la consagración.

Y al salir a la plaza se reunían en corros de animada conversación muchas personas del pueblo, con la ropa de domingo y los buenos deseos. Hoy la plaza se llama de Don Jacinto Bajo. Fué médico de Cereceda en aquellos años en que el médico de pueblo era un referente de autoridad. Se le pedía que solucionase allí los diagnósticos, para los que casi siempre aplicaba el mismo tratamiento ( ¿ neurosincrobin ? ) y que a la menor incidencia rellenase un volante para consultar en el hospital de la ciudad.

Me gusta que se recuerde al médico de aquellos sacrificados tiempos  para el médico rural porque el desarrollo impersonal del ejercicio de la Medicina hace que ya en muchas ocasiones no conozcamos el nombre de nuestro médico de familia o de atención primaria, MAP por sus siglas.

En la plaza entonces vivía Don Ricardo, el veterinario, sanador del ganado que era el medio de trabajo del pueblo, un pueblo que fué reacio a la maquinaria agrícola hasta bien adentrados los 70.

Pero en la plaza, las paradas obligatorias eran la taberna de Tito o el bar de Braulio para comprar los consabidos Chupa-chups ( ahora sé que el diseño de aquellas letras fué de Salvador Dalí ) y los paquetes de cigarrillos  Ideales para mi abuelo.


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