domingo, 3 de abril de 2022

 SEIS PALABRAS DE MI NIÑEZ EN CERECEDA  ( continuación )




EL PUENTE CANTERÍA




Por Cereceda pasa el río Yeltes recién nacido en la sierra de La Bastida y que resulta de la unión del arroyo de Cilleros y el arroyo del Membrillar, y una vez juntos le llaman en Google Arroyo del Zarzoso o de Poniente.

Al salir del pueblo hacia El Cabaco se le une el río Chico o río del Cerezo o regato de la Acera y alimenta un poco su caudal. Este pequeño río viene ya desde la Mata el Tremendo. el castañar sembrado e injertado por la mano del abuelo Ángel y de rica producción otoñal.

A la sombra del Monasterio de Nuestra Señora de Porta Coeli o convento del Zarzoso, cuya romería de mayo nos trae gratos recuerdos de antaño, se unen los arroyos del Zarzoso y del Zarzosillo y forman ya un río caudaloso que ya es el Yeltes.

Cereceda reconoce la importancia del primitivo Yeltes y hace muchos años le regalaron un puente de cantería de dos ojos. Ahora tiene su calzada desdentada por el paso del tiempo y el poco mantenimiento.

A su lado está la fuente del huerto de Fortunato, fuente en la que llenábamos los botijos en los tiempos de la trilla. 

Ir a por agua suponía un descanso de la tarea de dar vueltas y vueltas en la parva al ritmo lento de las vacas, y además nos permitía cazar alguna rana y, sobre todo, renacuajos, mucho menos esquivos. Alguna vez aquellos barriles o botijos sufrían las distracciones en nuestro encargo y volvían a trozos a las eras o simplemente no volvían porque una desgraciada casualidad daba con ellos contra alguna piedra y se hacían añicos.

Aguas abajo, ya en dirección al Cabaco, estaba la poza de las Matas, un remanso con poco más de un metro de profundidad que aprovechábamos los niños para algún baño de verano, a falta de piscina municipal. Allí hacíamos zambullidas que, por supuesto,  tenían su riesgo para la cabeza pero nuestra inconsciencia reducía nuestro miedo a los peligros.

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