EL HUEVERO DE SEQUEROS ( continuación )
Pero la moza de Cereceda, que a los doce años se fué a servir, lo animó a que abriera un comercio en Sequeros.
Y con el comercio retiró la vieja bicicleta, que había retirado al burro. Esa bicicleta la compró en el año 1.954 en el juzgado porque se la habían embargado a un montero de La Alberca y se compró una furgoneta Citroen de dos caballos.
Llegaba el progreso y, aunque tuvo que pedir el dinero prestado, se convirtió en un comerciante con furgoneta para ir a la capital y recorrer pueblos y pueblos hasta regresar, a veces al anochecer, a su comercio de Sequeros.
Los huertos se habían olvidado pero a él lo que le gustaba eran los huertos y los frutales.
Una mañana se levantó y le dio las llaves de la furgoneta a sus hijos Pepe y Miguel. Ellos son desde esa mañana " los hueveros de Sequeros."
Aquella mañana le dijo a Avelina, la moza de sus amores : Mujer, se acabó la tienda y la furgoneta. Ahora vamos a descansar y volveré con una azada, porque ya no puedo con el legón, a visitar los huertos y a coger cerezas, desde el suelo, porque ya no puedo subirme en la escalera, y yo volveré a jugar mi partida de tute en el bar, y tú a charlar con tus vecinas.
Abuelo, aquí se termina la historia del mozo de Sequeros.
- Alba, hija, a ese mozo de Sequeros lo he conocido yo. Se llamaba Ángel Ramón González Hidalgo.
Fotos Revista PATALOSO.
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