SEIS PALABRAS DE MI NIÑEZ EN CERECEDA

                                         Artículo publicado en el nº 6 de la Revista PATALOSO  Agosto 2.021

Su autor es Manuel Marcos Robles, GATO  2.021.

El Dr. Marcos Robles, hijo y nieto de " gato ", es oftalmólogo y director de la clínica LAS CLARAS en Salamanca.

HUERTO

   

El agua nos llevaba a los huertos. El que yo más recuerdo de los huertos de mi abuelo Ángel era el del Cerezo. 

Era un huerto especial porque al fondo, bajo un pequeño montículo en cuya pared orientada hacia la entrada se abría una portezuela que daba paso a un pozo del que un motor sacaba agua sin parar por una gruesa manguera.

En ese huerto se sembraban patatas y otras hortalizas y era nuestro lugar favorito para recoger moras en las tardes de agosto cuando se terminaban las tareas de la  trilla en el cercano prao Valle, y lo que más me gustaba al final del verano era comer la fruta recién arrancada del ciruelo que crecía al lado del pozo.

TENÁS

En el corral de las Tenás veía en mis tiempos de niño ovejas, cabras, la vieja limpiadora del abuelo que facilitaba la separación del grano y la paja en las Eras y el banco de carpintero en el que el abuelo Ángel preparaba engarillas para los cerrados de sus fincas, con paredes de piedras y puertas de madera hechas de tablas con el encanto de sus manos y su perfeccionismo.

Hoy es triste ver catres y somieres para esas delimitaciones. Y ya las puertas de forja han dejado atrás aquellas puertas en las que nos gustaba subir a modo de escalera y saltar al prado una y otra vez.

Con todo, el peor recuerdo fué ver apartar un cordero blanco blanquísimo que fué a parar  a la panera de la casa del abuelo y sacrificado para la celebración gastronómica de la matanza de aquel año. ¡ Qué rito el de las matanzas y las anécdotas que el buen comer sacaba en las tertulias en torno a la mesa.!

La disección del cerdo parecía tarea de cirujano y cuando ya iniciaba mis clases de medicina allí tenía una lección familiar y particular de anatomía.