domingo, 3 de abril de 2022

 SEIS PALABRAS DE MI NIÑEZ EN CERECEDA   ( continuación )




TRILLIQUE




Cuando llegaba el mes de junio estaba muy próximo el final del curso, el verano me gustaba porque me iba a Cereceda a casa del abuelo. 

Me encantaba ayudar en las tareas de la recolección. No madrugaba para ir a las tierras a segar  o a acarrear los haces de cereal pero disfrutaba con las primeras vueltas en el trillo, sentado en un taburete de tres o cuatro patas  sobre tablas movedizas  de las que con el cambizo tiraban  un par de vacas uñidas a un yugo con aquel modo ritual que hacían los hombres.

Digo bien que disfrutaba las primeras horas porque cuando avanzaba el día y apretaba el sol, prefería estar a la sombra del refugio hecho con ramas secas de roble donde se recogían el botijo y la merienda.

Había momentos emocionantes en la trilla. 

Uno de ellos sucedía cuando una vaca  levantaba el rabo y había que acercarse con orinal o palangana en mano y recoger los excrementos que brotaban en cascada o catarata siendo muy importante que no cayeran en la parva. 

A veces con el acelerón de las vacas al picarlas con la vara en las ancas , salías despedido hacia atrás y había que levantarse rápidamente para escapar de la pareja que venía detrás.

Me gustaba el momento de tornar la parva, sobre todo, cuando ya avanzada la tarea  se hacía con palas pues las horcas sólo servían cuando aún la paja estaba más entera.

Pero el culmen de la felicidad llegaba cuando a última hora de la tarde se enganchaba al yugo el tablero de amontonar la parva y nos dejaban empujar y acabar saltando por encima del montón de grano y paja que preparábamos para aventarlo en los días de viento favorable.


ESCUELAS





Yo sólo fuí a las escuelas de Cereceda para jugar en el patio del colegio y recoger piñas para poder comer piñones. En ocasiones curioseaba por las ventanas y allí tenían desplegados en la pared los mismos mapas y se alineaban en el aula los mismos pupitres que yo veía en mi colegio de Salamanca.

A mis oídos llegaron palabras de la calidad de maestros  como Doña Escoli ( profesora de mis primos ) y de Don José ( maestro de tío Isidro que pudo ir pocos años al colegio por aquello de su infancia en los tiempos  de la guerra civil y la dura posguerra.

Espero, querido lector, que hayas encontrado recuerdos agradables en estas seis palabras que, bien prendidas, llevo en la memoria de mi niñez.


Fotos   Revista PATALOSO.


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