PUEBLO CHICO, POCA GENTE, muchos viejos mentirosos
La frase que define a un pueblo como Cereceda, me la dijo muchas veces mi abuelo Matías, que tenía fama de " buen jugador de calva - el mejor de la provincia de Salamanca, según él - y de contar mentiras."
- Cuando nos juntamos tóos los viejos que vivimos en El Altozano - ellos lo llamaban así - discutimos a ver quién dice más mentiras ", decía mi abuelo. Yo le replicaba " abuelo, mejor os reunís a ver quién dice menos verdades."
Para mi abuelo todos los pueblos que eran más pequeños que Tamames o Sequeros o La Alberca, eran pueblos pequeños. Él nunca catalogaba los pueblos en grandes y chicos por el número de habitantes. El tío Sidro y mi abuela Fausta decían " un pueblo es grande cuando tiene botica " y esos tres pueblos tenían farmacia, a la que ellos llamaban botica, y presumían de que el boticario o la boticaria eran amigos suyos.
Cereceda era un pueblo chico aunque tenía médico, cura, maestro y maestra, secretario y veterinario. Yo pensaba en esos años, alrededor de 1.950, que un pueblo era grande cuando tenía médico y cura. Por eso, Cilleros y La Bastida eran pueblos chicos porque no tenían ni cura ni médico.
El que los viejos fueran mentirosos o contaran mentiras era propio que lo hicieran porque hablaban de la su guerra, de la su mili, algunos en África, y porque cualquier cosa que contaran que hubiera ocurrido más allá de Valladolid, era difícil de comprobar pues ni televisión, ni radio, ni periódicos eran habituales en esos años.
Pero sus mentiras, la mayoría de las veces, se referían a las fanegas de trigo que había dado una tierra o a los sacos de patatas de un linar o los kilos de un churro o de un cebón. Esas " faltas de verdad " a ellos le producían satisfacción personal y a sus oyentes, envidia.
Hoy. sigue habiendo " pueblo chico y poca gente " pero es más difícil que haya " viejos mentirosos " pues, ni siquiera las sus mujeres se creen las sus mentiras.
Foto google.co
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