domingo, 25 de julio de 2021

 EL SEÑOR SANTIAGO







 El señor Santiago era de Nogueira de Ramuín, un pueblo de Orense. " Todos los afiladores son de Orense," decía mi padre
Pero el señor Santiago era especial en la posada de Cándido.

Mi madre guardaba las tijeras a la espera de su llegada. Mi padre guardaba los cuchillos de la matanza para que el señor Santiago se los afilara. También le esperaban las tijeras de motilar las ovejas.

- Santiaguiño, así lo llamaba mi padre, no me las dejes tan afilás que luego me se escapan y tiene que estar el muchacho curándole las heridas a las ovejas. Cuando acabo de motilarlas, parece que las ha mordío el lobo ".

 Ésa era la petición de mi padre.

El señor Santiago llegaba a la posada al atardecer porque " hoy he hecho Cabrillas y Abusejo y Tamames y Aldeanueva. Pero me gusta cenar y dormir en casa de la señora Constantina. Mañana Cereceda, Cilleros, La Bastida, y Arroyomuerto. Volveré a cenar y a dormir. Al otro día me voy al Cabaco, al Maíllo y a Morasverdes. Y después, río abajo, hasta Ciudad Rodrigo.

El señor Santiago era muy amigo mío. Me dejaba tocar " el pito del afilador ", que yo llamaba " chiflo, " y lo acompañaba por las calles del pueblo.

- Cuando sea la hora de la escuela, te vas a la escuela, me decía mi madre. 

Y al señor Santiago le decía : " Este muchacho va a aprender el oficio de afilador, y cualquier día se marcha con usted. ¡ Que vaya a la escuela !. "

Y el señor Santiago me mandaba a la escuela, pero me prometía que cuando volviera me dejaría subir con él a Cilleros y a La Bastida.

- " Pero tienes que aprender a montar en bicicleta y decirle a tu padre que te compre una bicicleta."

- Yo me subo en la burra, le replicaba yo.

Cuando el señor Santiago llegó al pueblo en la primavera del año 1.954, mis padres le dijeron que el muchacho se había ido a estudiar a Extremadura, y " el afilador de Orense " comprendió que Nachito ya no sería afilador, ni aprendería a montar en bicicleta.

Hoy quiero que mi felicitación le llegue, allí donde esté, con el cariño de aquel muchacho al que le dejaba tocar  el " chiflo " por las calles de Cereceda., antes de ir a la escuela.

- ¡ Si algún día volviera usted a mi pueblo, no podría subir a Cilleros con usted, porque todavía no he aprendido a montar en bicicleta !.

 

Foto google.com


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