EN DICIEMBRE, heladas y migas almorzadas
Era una frase que le gustaba repetir a los señores " gatos " cuando llegaba el frío.
A las migas se unía siempre el pan tostado sobre las brasas de la lumbre y la botella de aguardiente.
Las migas era una comida especial pues en Cereceda, la comida normal de la mañana eran las patatas cocidas y los torreznos de tocino.
Mi madre acostumbraba a preparar migas por la mañana los domingos y los días de fiesta, aunque en " días de fiesta " tenía más adictos el limón.
Mi madre ponía pan duro, agua, pancetaajos y chorizo.
Las migas se hacían en una sartén honda y yo - que tengo alergia a los ajos, me apartaba unas pocas en un tazón antes de que mi madre añadiera ese producto.
Muchas veces, si el chorizo era reciente lo hacía siempre, procuraba que mi " ración " se separara del resto antes de añadir el chorizo.
Mi madre ponía la fuente en el centro de la camilla y toda la familia comía de ella, pero el " señorito " - así me llamaba mi padre - comía del tazón.
A mi me gustaban mojadas en leche de cabra muy caliente.
Con un tazón de migas podía atender el ganado y acudir a ayudar al párroco, sin oler a ajo y con mofletes " coloraos " por el frío que hacía en la calle y en la iglesia, pues nunca hubo calefacción en la iglesia del pueblo.
Foto Google.com Una " sartenada " de migas con panceta y chorizo y ajos.
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