ESTA NOCHE EN LA PLAZA . . .
" De esto entiendo yo un rato ", que decía mi padre cuando hablaban de hacer carbón o de machacar piedra para las carreteras.
Del oficio de la foto entiendo yo un rato.
Los titiriteros dormían en la posada de mis padres y yo me ofrecía voluntario para acompañarlos por las calles y para pasar la bandeja al final de la función.
La cabra se quedaba una noche en el corral en compañía de las cabras " de casa " y yo la llevaba hasta el " canalón " en el que estaban las berzas para que cenara antes de que llegara la cabriá, porque ella tenía que trabajar esa noche.
Mis amigos y yo teníamos siempre un lugar especial en el desfile por las calles y en la plaza para ver la función.
Todos los titiriteros me dejaban soplar en la trompeta y tocar el redoblante cuando terminaba la función y regresaban, unas veces contentos y otras veces tristes, con la " recaudación " de la noche.
Ellos no cobraban entrada.
Siempre hacían una rifa y yo era un " buen " vendedor de tiras de números, y muchas veces fuí " la mano inocente " que sacaba el número o los números de la suerte de la gorra de mi tío Horacio, mi padrino, que siempre llevaba gorra y me la prestaba un momento para el sorteo.
Cuando los titiriteros se marchaban, camino de otro pueblo, mi padre me preguntaba cuánto me habían pagado " por mi trabajo ", y yo le respondía " el señor Serafín me ha dao una perra gorda porque he sacao su número ".
Una perra gorda era mucho dinero para un muchacho de cinco o seis años.
Foto pinterest.es
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