AL ORO Y AL CEBÓN NADIE LES PIDE LA FILIACIÓN
Cuando llegaba la época de las matanzas en Cereceda, había una pregunta obligada al dueño del cebón o de los cebones: " ¿ lo has criado tú o lo compraste de garrapín ? ".
Eran pocos los " gatos " que tenían cerdas de cría.
Por esa razón la mayoría de los garrapines llegaban al pueblo en unas alforjas desde el Ferial - mercado de ganado - de Tamames.
Un martes del mes de setiembre era el día apropiado para realizar la compra de los futuros cebones.
Hasta diciembre del año siguiente irían recorriendo diferentes pocilgos del corral y diferentes cercaos del término municiapl, pero siempre bajo la supervisión de la señora " gata " que en el pueblo eran las mujeres quienes se cuidaban de los marranos.
También eran ellas quines vigilaban la matanza y quienes repartían para todo un año los productos de la fecha más importante del año en la economía familiar.
Mi padre era de los " gatos " que compraban garrapos en Tamames.
No se molestaba en buscar el árbol genealógico de tales animales y siempre buscaba que procedieran de alguna dehesa.
- Los garrapos de la dehesa están acostumbrados a caminar por el campo y tienen unas patas fuertes. Así se adaptarán mejor a los cercaos del pueblo y será más fácil engordarlos sin que se inmovilicen en el pocilgo, les decía en la taberna a quienes le preguntaban por la procedencia de sus cebones a la " hora " de hacer la matanza.
De su boca escuché muchas veces el refrán: " Al dinero y al cebón nadie le pide la filiación ".
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