EL IGNORANTE Y EL SABIO
Esta " sentencia ", que diría mi padre, refleja a la perfección la naturaleza humana.
- Mira, el tío Juan que es quien más sabe de las tradiciones del pueblo se ríe cuando algunos comentan en la taberna lo que había que hacer en las fiestas. " Pero si ésos no saben nada; pero si sus padres vinieron al pueblo después de nacer ellos, pero si sus abuelos no eran de aquí, pero si ellos han faltado la mitad de los años a las fiestas porque se fueron a vivir a una finca de Cotorruelo de Abajo, pero si..."
El tío Juan, que ha vivido todos sus 85 años en el pueblo, que organizó las fiestas siendo mozo, que ayudó a los mozos a organizarlas cuando su suegro era el alcalde y los acompañaba a pedir dinero al ayuntamiento, se enfada - y con razón - cuando escucha a estos mozos de hoy hablar de tradiciones.
Al tío Juan da gusto escucharlo cuando habla de las fiestas que había en el pueblo cuando él era niño, y de las fiestas que se hacían cuando su abuelo y su abuela eran novios, y que ellos le han contado muchas veces.
Pero el tío Juan dice que está buscando un escrito en el ayuntamiento del pueblo. Un escrito de comienzos del siglo XIX en el que el secretario municipal certificaba que se habían celebrado partidas de calva. Según le contó su abuelo, allí, además de los nombres de los ganadores, estaban los tantos conseguidos por cada pareja y por cada jugador, quién había sido el juez calvero, los dineros que puso el ayuntamiento para premios y lo que costó el vino que llevaron de la taberna del tío Nicasio para los jugadores.
- Lo que más me interesa, dice el tío Juan, es saber los azumbres de vino que bebieron y el precio del vino en esos años. Según me contó mi abuelo la tía Nisia, que era viuda y llevaba la taberna con su hijo Rodrigo, vendía el vino más barato a los de la calva, que en la taberna.
Foto google.com y blog pataloso ( la calva 30 junio 2.020 ).
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