SENTIRSE COMO GALLINA en corral ajeno
A mi madre le desagradaba que algún amigo jurdano le regalase una " pollita " nacida en alguna alquería de las Jurdes.
Esa pollita se veía atacada por las gallinas " viejas ", dueñas del corral y de la cuadra.
La " pobrecilla " se escondía en el leñero - el montón de raíces y bardas - para evitar los ataques gallineriles.
Hasta las pollitas, a veces más pequeñas que ella, pero " hijas de la casa ", le picaban y no la dejaban comer.
Mi madre la tenía unos días apartada y luego la iba introduciendo, poco a poco, con las otras pollitas y, solamente, cuando ya estaba integrada, se atrevía a ponerla a comer con las gallinas " viejas ".
Esa pollita jurdana solía ser muy buena comedora pues en su antigua casa había poca comida y también excelente ponedora de huevos con dos yemas.
Mi madre agradecía el regalo del jurdano de Ladrillar o de la Pesga con un fardel de harina de trigo, porque el dinero no existía.
Era un comercio y un agradecimiento de trueque, como el que yo hago con mis amigos a quienes cambio naranjas o limones o mermelada de mebrillo por botellas de aceite o bolsas de almendras o mermelada de ciruelas.
Foto Google.com
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