ROMERIA, UN DIA DE HERMANDAD
Artículo publicado en la Revista PATALOSO nª 2 Agosto 2017
Autor Jesús Ángel H. T., Mayordomo 2017
Si el convento se llama Porta Coeli ( Puerta del Cielo ) no es por casualidad, prueba de ello es que quien franquea su umbral, se ve inmediatamente transportado a un pedacito de cielo en la tierra. No en vano, más de cinco siglos de recogimiento, oración y custodia del Cristo de la Luz contemplan a quien con devoción cristiana tiene el privilegio de experimentar en primera persona tan magna obra.
En la actualidad son custodias temporales del Cristo de la Luz y Nuestra Señora de Porta Coeli, una familia de monjas venidas de ultramar, que llenas de ilusión, fe, cariño y dedicación, que sintieron la llamada de nuestro Señor y, abandonando todo lo más preciado que puede tener un ser humano, aceptaron esa llamada divina.
Estoy convencido que Dios en su infinita sabiduría me ofreció la posibilidad de volver a acercarme a Él a través del ejemplo y las enseñanzas de esta familia de religiosas, que desde que entyraron a formar parte de mi vida, la han llenado de aligría, esperanza, cariño y luz, siendo consciente de mis muchísimos defectos pero haciéndome querer, día a día, ser mejor persona.
Animo a quienes lean esto, que en algún momento se acerquen por el monasterio de El Zarzoso, y no se limiten a comprar las pastas y dulces que hacen de manera esplendorosa, sino que procuren entrar en conversación con cualquiera de las Hermanas y sentirán su sabiduría y cariño.
Abrumado por la posibilidad de ser Mayordomo del Cristo de la Luz y Nuestra Señora de Porta Coeli, he de reconocer que pensé en renunciar a ello por no considerarme acreedor a tan alta responsabilidad, pero finalmente acepté con humildad y quizás con algo de egoísmo para que me ayudara a perseverar en el hábito de buscar a Dios, hacerme fiel y digno de su confianza, ofreciéndome a aportar desde mi pequeñez, no efímeras posesiones materiales, sino mis pocos talentos o habilidades.
Por circunstancias sobrevenidads y hacien bueno el refrán de que Dios escribe recto con renglones torcidos, compartí la Mayordomía con mi gran amigo, compañero inseparable, ejemplo en la fe, y, quien me abrió las puertas del cielo, J. Damián.
El acto litúrgico de la misa fué el más brillante que he tenido el honor de presenciar. La homilía del Excmo. Obispo de Ciudad Rodrigo Don Raúl Berzosa, cercana y llena de sabiduría, la compañía de otros quince sacerdotes, la capilla que lucía espléndida, y, cómo no, la compañía de nuestras Hermanas Franciscanas, lo hicieron inolvidable.
La Romería, preciosa y colorida, colofón a un día lleno de alegría y hermandad cristiana.Animo a todos los lectores a que experimenten en carne propia la experiencia de conocer esta maravilla.
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