" BURRA DE DOS, todo el día al sol. BURRA DE TRES, siempre muerta de sed ".
La frase la escuché en el huerto junto a la casa de mis padres en el que el señor Manolo dejaba descansar a sus burros en su viaje entre Béjar y Ciudad Rodrigo.
El señor Manolo era un gitano " viejo " muy amigo de mi padre, " al que nunca le he vendido una burra " porque esa burra que tiene es eterna, siempre está igual de vieja ", me decía.
El había calculado que Cereceda estaba a mitad de camino entre las dos poblaciones salmantinas y allí se paraba para que sus animales bebieran agua, que sacaba del pozo que había en el huerto, y para vender o cambiar algún animal con los " gatos " de Cereceda.
- Mira, Nachito, si la burra es de dos se pasa odo el día al sol con el ramal colgando porque uno piensa que la ha guardado el otro y la pobre burra sin comer y sin beber y al sol, me explicaba todo serio.
Pero la burra empezará a rebuznar para que alguien la atienda, le decía yo.
- Si la burra es de tres, se morirá de sed, porque nadie le da un cubo de agua para beber. Por eso cada " gato " debe tener su propia burra para ir a los linares y para ir a la feria a Tamames.
Se ponía junto a mi oreja y me decía : " tienes que ayudarme a cambiar la burra de tu padre por otra más joven y te daré una peseta por el trato ".
Esa burra es de mi abuela y ella no quiere cambiarla, le explicaba yo.
" La burra que sabía latín " era de mi abuela y de mis tíos y de mi padre y estaba siempre muy bien atendida porque mi padre me mandaba a llevarla al corral de mi abuela, y mi abuela me mandaba subir al sobrao " a buscar una lata de cebá pa la burra ".
Foto Google.com Una burra con las cabezás.
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