EN DESPENSA LLENA, pronto se guisa la cena.
Eran patatas cocidas a la lumbre en puchero de barro, unas noches con caldo y otras noches " esbaratás ".
Tras ellas llegaban los torreznos de tocino frito, a los que se unían los trozos de tocino cocido que hubieran sobrado del mediodía.
Esa cena era para primavera, otoño e invierno, porque en verano no se encendían las lumbres ni se pelaban patatas porque " no había tiempo ".
En verano la cena era " de crudo ", decían las " gatas ".
Se entraba a la despensa con el cuchillo y chorizos, lomos, bandujos y jamones notaban que el frío de la hoja del cuchillo se acercaba a ellos.
Un pan entero sobre la mesa y el plato con las " tajás " era una buena cena.
A esta cena fría se le unían las latas de kilo con sardinas o con escabeche que era un " manjar " apetitoso para los " gatines ".
El final de la cena era lo mejor : una fuente de leche migá, leche de cabra cocida al mediodía y volcada sobre una cazuela de sopas de pan, y lo más fría posible.
¡ Buen provecho ! . . . y a la cama que mañana hay que madrugar,
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