" SI EL INVIERNO NO LLEGA EN ENERO, prepara leña en el corral porque llegará en febrero "
Eso decía mi abuela y mi madre y todas las señoras " gatas " de Cereeda.
- El invierno tiene que venir y, si no viene antes, pues vendrá después, decía el tío Eugenio cuando mi padre le preguntaba por el tiempo al verlo pasar por la carretera para arriba o por la carretera para abajo.
Algunos años el mes de enero, que en Cereceda era el mes de San Pablo, cuya fiesta se celebra en su mitad, era lluvioso pero poco helador y las remolachas de los linares se iban trayendo para casa poco a poco, después de quitarle las hojas " pochas " y el barro que tenían entre las raíces.
Si el mes era frío o muy frío, mi padre decía que había que arrancar todas las remolachas que quedaban a las Dos Cerrás y traerlas al cuarto de las patatas porque, si se helaban, las cabras y las ovejas no las querían porque parecían " trozos de madera ".
Entonces había que echarlas en el caldero de cocer las patatas y cocerlas para los marranos chicos, mezcladas con salvaos o con harina.
D. Lamberto, el maestro, decía que " el invierno de Cereceda empezaba el uno de enero y duraba hasta San José, porque siempre llegaba con unos días de retraso ".
Ese invierno de enero y febrero y marzo no nos asustaba : la despensa estaba llena de tocino y morcilla y farinato, mientras que el invierno de Diciembre llegaba con la despensa vacía, porque " ni telarañas hay ", decía alguna " gata " vieja.
Foto Constantino González Macías GATO 2020 Paisaje nevado de Cereceda.
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