PEREGRINO INCANSABLE
Conozco muy bien la Peña de Francia.
Desde niño subía con mi madre el día 8 de Setiembre y otros años el día 7 a pasar la noche en la Peña.
Entonces el medio de locomoción era un rato en la burra y otro rato andando.
Recuerdo que mi madre subía descalza por " promesas que yo me sé - me decía - y la Virgen de la Peña también ".
Cuando fuí monaguillo subí acompañando a los frailes dominicos que bajaban el domingo a rezar el Rosario con los feligreses de la parroquia de la Virgen del Rosario.
En una ocasión, en el mes de setiembre del año 1.952, vino un sacerdote amigo de D. Antonio, el párroco, y los dos acordaron subir andando a la Peña al oscurecer.
¡ Menuda idea de curas !.
Mi padre me dijo que nos perderíamos y, a lo mejor, amanecíamos en Monsagro.
Todo fué bien hasta el Casarito,
Allí nos aconsejaron seguir una vereda que nos llevaría a la Fuente de Simón Vela.
- Allí llegarán ustedes, nos dijo Samuel, a las once de la noche. Luego sigan la carretera un tramo de medio kilómetro. Después el camino hasta el ViaCrucis de los frailes. Calculen que a las doce, antes de que se acuesten los frailes, estarán en la hospedería.
D. Antonio era poco caminante con la sotana y el otro cura estaba hecho de la misma " pasta " de fideos. Enseguida querían parar a descansar y a beber un trago de agua.
Llegamos a la fuente de Simón Vela a las 11 y a la hospedería a las cuatro de la mañana.
Yo le prometí a mi padre que no volvería a subir con curas con sotana. Y he cumplido mi promesa.
Hace unos años subí muy temprano con D. Esteban, el párroco, que llevaba de uniforme un pantalón corto, una chaqueta de chándal, unas zapatillas deportivas, una gorra, una mochila y un palo.
Se le había " olvidado " la sotana y, además, ¡ cómo caminaba el cura !.
Foto salamancartvaldía Mirador a las Hurdes con la imagen de Santiago y su caballo.
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