LAS OCURRENCIAS DE NICASIA
En todos los pueblos ha habido siempre una mujer - con diferentes nombres propios - a la que se la ha definido como " la mujer de las ocurrencias ".
Yo conocí a Nicasia en un pueblo de la provincia de Cuenca.
Un domingo me acerqué con otras dos personas hasta su pueblo para visitar un campamento de verano al que queríamos enviar a los estudiantes de 4º de Primaria y de allí hacia arriba hasta llegar al bachillerato.
La mañana fría nos obligó a entrar al bar del pueblo : una buena estufa, un buen café caliente y la llegada del panadero.
El panadero dejaba en el bar los panes encargados la víspera y cada vecina se acercaba a dar los buenos días a los clientes del bar y a recoger su encargo.
De pronto el bullicio del bar desapareció porque acababa de entrar Nicasia.
Una mujer regordeta, con gafas, con un pañuelo negro a la cabeza y un " buenos días les dé Dios a ustés " que a mí me llenó de alegría. Aquella buena mujer hablaba " castellano de Cuenca ".
Recogió su pan, que guardó parsimoniosa en su fardel de tela con la palabra PAN en letras mayúsculas bordada, y, cuando iba a abandonar el bar, me miró y, sonriendo me dijo: " usté es de pueblo porque se ha traído la silla junto a la estufa ".
Era verdad. Yo soy muy friolero - el clima de Alicante y el de Cuenca son enemigos - y había acercado la silla de la mesa hasta la estufa olvidando el vaso de leche sobre la mesa.
- Ha acertado, señora, soy de pueblo y me gustaba sentarme junto a la lumbre en la cocina de la casa de mis padres, le dije sonriendo.
- Yo me llamo Nicasia y conozco a la gente de pueblo por la forma de acercarse a la estufa. Usté dirá que es una ocurrencia mía, pero los señoritos de la capital tienen miedo a que se le quemen los pantalones y se quedan de pie .
Cuando la señora Nicasia abandonó el bar, la dueña me explicó que Nicasia era viuda, que su marido había sido pastor, que tenía tres hijos y dos hijas y que era la sacristana de la iglesia, que siempre saludaba a todos los forasteros que llegaban al pueblo, y que mañana le explicaría a qué se dedicaban los tres señores que estaban tomando un café en el bar. Ella adivina " por la pinta " a qué han venido al pueblo.
Yo me reí de la " sicología " de Nicasia.
La dueña del bar prosiguió su exposición : Mire usted, cuando nos quedamos sin cura, llegó una tarde al pueblo un joven con melenas y una guitarra en un dos caballos. Todos pensamos que era algún jippy perdido, pero Nicasia se acercó y le dijo : señor cura, Nicasia es la sacristana del pueblo. Aquel joven con melena y guitarra era D. José Joaquín, el nuevo cura del pueblo. Nicasia fué la única que tuvo la " ocurrencia " de adivinar a qué había venido aquel joven al pueblo.
En Cereceda había una mujer que sabía a qué llegaba cualquier persona al pueblo . . . pero era porque, ni corta ni perezosa, se lo preguntaba.
Foto pinterest.es
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