AGUA DE ENERO, CADA GOTA VALE UN DINERO
El mes de enero era un mes de poca lluvia en Cereceda.
Era un mes de mucha nieve, de grandes heladas y de mucho frío.
Eran muy abundantes las nieblas que se formaban entre los ríos Yeltes y Cerezo, y muchos días las nubes que amanecían ocultando la Peña de Francia, se iban dejando caer del cielo y, a la tarde, aparecían por los Rasos y por La Piñuela y, dehesa boyal abajo, llegaban hasta la Vega y a las Eras de trillar.
Los " gatos " pedían que lloviera algo, " aunque sea poco ", para que se ablande el suelo, se derrita la nieve y se temple el ambiente.
Un día de lluvia era bien recibido también por cabras y vacas y ovejas.
La nieve las encerraba en los corrales y en los chicorzos.
Los hielos alargaban las horas encerradas y, muchos días, las puertas de las Escuelas se abrían antes de que saliera el ganado al campo.
Recuerdo que nos íbamos a la escuela antes de que el cabrero hiciera sonar su cencerra por las calles y las " gatas " sacaran las cabras a la plaza.
El pastor iría avisando a los dueños de las ovejas que él guardaba más tarde porque las cabras se " movían " mejor en la nieve y en el hielo.
El cabrero y los pastores - había una sola cabriá y dos rebaños de ovejas - tenían un día muy corto de trabajo en invierno.
Su día de trabajo se iniciaba tarde y se acababa temprano, excepto los días de lluvia.
Una lluvia caída con finura, con elegancia, que resbalaba poco a poco por las canales de los tejados y se perdía calle Larga abajo camino de los Pontones.
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